6 ene 2013




Cansada de analizar, modificar e imaginar mil situaciones cotidianas, me levanto del sofá, me pongo el abrigo y la bufanda y me voy a dar una vuelta.
Necesito aire fresco. Por momentos mis pies tienen vida propia, con una precisión absoluta se dirigen a algún lugar que solo ellos conocen. Me dejo llevar. La calle está desierta. Las hojas secas cubren la calle y campan a sus anchas por las aceras . ¡Qué desnudos y despojados se ven los árboles! Me siento identificada con ellos, balanceando sus ramas a merced del viento.
Hace frío, pero no es un frío gélido de invierno de esos que si no te mueves se apodera de manos y pies y los dejan inertes.
No hay nadie en la calle, y me imagino que soy la única superviviente de una pequeña ciudad transportada a una época atemporal.
¡No, mucho mejor! Imagino que soy una maga que pasea por un pueblecito intentado ayudar a los más necesitados. Ese pensamiento me hace sentir bien. ¡Soy la heroína de este pequeño cuento....!

Que todos vuestros deseos se hagan realidad, con mucho cariño.

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